Con su firme apuesta por las herramientas de la Industria 4.0 y por soluciones de analítica como los sensores integrados y los macrodatos, la fábrica de Sandvik Coromant en Gimo es un magnífico ejemplo de cómo gestionar operaciones de una forma eficiente, estandarizada y, al mismo tiempo, flexible y económica.
La planta de 150.000 metros cuadrados que Sandvik Coromant tiene en la localidad sueca de Gimo últimamente no deja de generar noticias, ya sea por sus iniciativas ecológicas o por el reciclaje de los equipos de seguridad de sus empleados que se destinan a países del tercer mundo. Sin embargo, si por algo ha sido protagonista esta fábrica de 1.500 empleados es por la adopción sistemática y decidida de tecnologías y software digitales, combinadas con soluciones de procesamiento basadas en macrodatos para optimizar los procesos de producción de hasta 11.000 productos diferentes.
Gimo es la planta más grande del mundo dedicada a la producción de herramientas de corte como barras de mandrinado y plaquitas de carburo cementado. Con su nueva apuesta por la digitalización, las nueve plantas de producción que Sandvik Coromant tiene en diferentes países aspiran a un ahorro económico de casi 4 millones de euros anuales y a la reducción de 64.000 horas de tiempo de producción innecesario, muy especialmente en Gimo.
«La digitalización plena es la próxima revolución industrial. La Industria 4.0 está en boca de todos», asegura Lars Matiasson, director de herramientas de tecnologías de producción de la planta de Gimo y responsable de aplicar las innovaciones tecnológicas en la zona de producción. «Nuestras innovaciones en materia de procesos se aplican a ocho fábricas más de todo el mundo; con lo cual, tenemos que predicar con el ejemplo, sobre todo porque somos el principal cliente interno y uno de los principales atractivos turísticos de la región, con más de 6.000 visitantes profesionales al año».
Lo cierto es que la aventura digital de Gimo arrancó hace más de 20 años. La diferencia entre ayer y hoy reside en el aumento del ancho de banda, la potencia de computación y el número de herramientas de software analíticas que permiten a diseñadores y operarios de máquinas aplicar procedimientos de mantenimiento predictivo, reducir los residuos, planificar la capacidad y aumentar la trazabilidad de las piezas y los procesos, entre muchas otras innovaciones orientadas a conseguir una producción más eficiente y rápida.
Hace 25 años, para fabricar una herramienta de corte hacían falta 54 días, desde el pedido hasta la entrega, y mano de obra. En la actualidad, las herramientas de corte se suministran en menos de seis días, gracias a un ejército de 40 centros de mecanizado de cinco ejes con máquinas de tornear, con el apoyo de un módulo de torneado y fresado de última generación. En este módulo, un robot Yaskawa aplica las operaciones de torneado y fresado en las barras en bruto para obtener barras de mandrinado.
En la actualidad, un operario de una máquina produce un 55% más de herramientas en comparación con 2004, gracias a mejoras en apartados como el mantenimiento predictivo, la reducción de paradas no planificadas y unos ciclos de mecanizado y robotizados más eficientes y optimizados. Además, el robot pivotante del módulo Okuma se reconfigura automáticamente con nuevas boquillas para adaptarse a pedidos de mecanizado grandes o pequeños procedentes del sistema de pedidos de la fábrica.
«Es un auténtico lujo», asegura Matiasson. «Sin apenas esfuerzo podemos adaptar los pedidos, tanto de una pieza como de 100, sin perder tiempo ni material. Y lo mejor de todo es que los robots lo hacen todo solos: esto sí es un valor añadido para el cliente. Nadie está dispuesto a pagar por reconfigurar los robots y las máquinas manualmente. De hecho, ya no hacemos nada de nada manualmente».
Actualmente, Matiasson y su equipo están aplicando una hoja de ruta a cinco años vista rumbo a la Industria 4.0, una agenda con unos 23 proyectos para localizar los puntos con más potencial de ahorro de tiempo y dinero en procesos y controles de mecanizado. Para conseguirlo, analizan datos de procesos y aplican soluciones de aprendizaje automático y otros sistemas predictivos para garantizar la producción en máquinas y módulos automatizados concretos.
«La introducción de la tecnología ciberfísica es una de las claves de la Industria 4.0», reflexiona Matiasson. «La idea es que las decisiones de producción se basen en hechos estandarizados y contrastables sobre el rendimiento de la máquina, y no en la intuición del operario sobre el funcionamiento de una máquina concreta. Es algo muy importante, ya que, a diferencia de lo que ocurría con generaciones anteriores, los jóvenes que acceden al mercado laboral hoy seguramente no estarán suficiente tiempo en el mismo puesto de trabajo como para llegar a dominar los conocimientos necesarios. Y este perfil demográfico de los profesionales es lo que explica que la Industria 4.0 tenga tanta importancia».
En conjunto, las mejoras previstas por Matiasson y su equipo en las operaciones de taladrado, fresado y torneado utilizando herramientas de corte son optimistas pero necesarias. «Aunque en cinco años alcancemos el 50% el balance será muy bueno», reflexiona.
«Es algo que no era posible hace 10 años», explica Matiasson.
En otro proyecto centrado en la producción inteligente asistida por ordenador, un nuevo programa de CN basado en análisis con software es capaz de aislar automáticamente el código informático que controla los movimientos innecesarios de las máquinas y conseguir así un ahorro de tiempo del 2 al 3%, lo que a lo largo de 10 años equivale al coste de cuatro o cinco máquinas. El mantenimiento predictivo también puede traducirse en un importante ahorro en sistemas como el control de proceso CoroPlus, aplicado actualmente en los centros de mecanizado y diseñado para reaccionar en milisegundos y, por ejemplo, evitar el coste que implica la sustitución de un carísimo husillo.